Cuando te ví
Me lo repetía una y otra vez,
-Aquí tiene su sancocho de ideas... con muchos “quizás" y "versos", como gusta-,
Encerrado en mis pensamientos, poco a poco lo iba escuchando mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad para poder ver la hora, -4:44- ¿No sabía que era capaz de despertarme involuntariamente con tanta precisión?, quizás a esta cita perfecta para no volver a dormir, con mi almohada en esta mesa para dos, en el limbo de no saber si estoy despierto o dormido o quizás ebrio de soledad -Pero he llegado puntual-.
Increíblemente los días que han pasado no me lo han permitido así de fácil, siempre un pobre diablo causando un accidente en medio de la ruta del colectivo, el ímpetu de la tasa de café por hacerse notar y saltar a mi camisa o la peculiaridad de mi gata por despedirse en el pórtico de la casa. –Pero a este momento he llegado puntual-, tengo mis dudas, no se aún “porque” pero deseo un “para qué”, a diferencia de lo cotidiano soy yo el que está esperando.
-Buen provecho- se escucha como el anterior eco, pero esta vez lo busco con la mirada al fondo de la oscuridad del cuarto, pero no hay nada más que un yo sentado en una banca, -discúlpeme, se me ha caído un botón- instintivamente me dirijo al suelo para levantarlo pero me distraigo al ver un piso cuadriculado, como la escena del café en un restaurant francés sobre un tablero de ajedrez marmolado, mientras levanto la mirada no puedo evitar percatarme que ya no estoy solo -por así decirlo-, hay muchas mesas vacías y sin sillas, solo yo estoy en una, también hay dos grandes ventanas que dan a la calle, -parece que llueve-, aunque no puedo escuchar algún ruido, me inquieta el pensar que algo que no controlo está pasando.
Por un largo rato, después de contemplar la simetría de las mesas acomodadas con el reflejo de la sobras que jugaban con las luces de fuera, recuerdo que estaba a punto de levantar un inusual objeto, -ya no creo que nadie ocupe uno de esos-,
-No es mío, es tuyo-
-¿Cómo puede ser mío?- -A mí no se me ha caído-
-Lo he botado, para qué lo levantes-, -y es tuyo-
-No me parece atractiva esa forma de regalar objetos-
Además, -preferiría primero que me devuelvas las luces-
-Sabes, no puedo-,-Estoy completamente desnuda-, -y podrías verme-
-Si has venido así, quizás sea porque deseabas que te vea-
-No… solo quiero que desees mirarme, por eso he apagado las luces de la calle-
-Pero puedo ver breves rasgos de tu silueta, al menos sé que no le estoy hablando a tu ombligo-
-Jejeje-
Esa risa coqueta ya la escuchado en algún lado, a lo mejor sea de aquellos labios sin pintar o del reflejo de esos ojos cafés, o simplemente una risa que deseo y me vuelve loco, quiero mirarte y no puedo creer que los faros estén apagados, para nada los breves reflejos de alguna lucecilla que se escapa permiten saciar mi curiosidad.
Su voz es clara -Por favor no te levantes, deseo que te quedes ahí envuelto en misterio, en los besos que aún no te he dado o las aventuras que no hemos vivido-
-Entre quizás- se me escapa como un suspiro
-No entre tus quizás-, -pero si con tus versos-
-Sabes me conformaría primero con algún beso-, -después hablemos de versos-
-jejeje- Ahora ambos nos reímos suavemente, sabemos que debe pasar algo, pero jugamos como deberían ser la mayoría de juegos entre sombras.
Me sigue conversando más libre y sencilla, también la escucho más risueña -recuerdas el botón, aún siguen en el suelo-
-Te lo entregaría, solo que no puedo ver nada- mientras lo menciono me vuelvo agachar por debajo de la mesa instintivamente como buscándolo donde antes recordaban mis dedos, después de unos instantes lo encuentro una forma metálica muy bien pulida, diferente a un botón común y por así decirlo mágicamente lo presiono y se encienden las luminarias. Es verdad ella está ahí, frente a mi…
Su voz es dulce y risueña -Algún día te diré que es-, -jejeje-
Poco a poco la iba escuchando mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad para poder ver la hora, -5:00-, -No creo que pueda volver a dormir-.
