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Fue extraño tener tantos gustos semejantes, una despedida tan larga y una historia tan corta...


Existen relatos que ocurren en breves lapsos de tiempo…. una noche, un café, un cigarrillo o un baile son las escusas perfectas, para que tarde o temprano la rutina cambie y un momento de alegría desee permanecer el tiempo suficiente para alterar tu mente, –¿Cómo puede ser posible que un momento cambie tu forma de ver la realidad?–, me senté en la última mesa frente a la ventana de un segundo piso improvisado, pues aquel bar ya tenía su trayectoria aunque aún no perdía su encanto, escribía mis notas en el móvil mientras levantaba un café, lo sople mirando como la estela de vapor empañaba rápidamente los cristales de colores; dejando mi celular a un lado empecé a escribir con mi mano modelando cada letra de su nombre – ….. –, di un sorbo a mi taza y mis pensamientos me interrumpieron con un –Sigo pensando en ti–, ahora puedo creer que la vida es compleja y casi impredecible como para poder planificar, –Quién diría que las cosas simplemente pasan cuando sonríes y esperas–.

Bajé mi taza mientras seguía trazando una letra más –….–, exprimiendo en mi mente aquel adiós forzado que me permitía divagar en una novela completa que se enredaba en “como hubiese resultado nuestra historia”, –En sí, fue tan natural–, y después de analizarlo no estoy seguro si existió fuera de mi corazón, di un suspiro antes de volver instintivamente a mis notas –Si la vida desea que estemos juntos, te volveré a encontrar–, –Si yo deseo encontrarte, ¿Será que te volveré a ver?–, guardé el celular en mi chaqueta y una sonrisa ingenua se me escapó mientras miraba por la ventana a una pareja correr de la mano evitando la lluvia que empezaba, me dije entre pensamientos –“Quizás”–, pues fue extraño tener tantos gustos semejantes, una despedida tan larga y una historia tan corta.

–Aún siento tus abrazos y tu mirada hablando–, mi realidad totalmente cambió gracias al pequeño lapsus en el que bailamos, confieso que ese día me aturdía la dicotomía de alegrarme por los sentimientos encontrados y lamentarme porque ya no teníamos tiempo para disfrutarlos, –¿Realmente tenía que ser así?–, cerré por unos segundos los ojos intentando hallar una respuesta a una pregunta inútil, al abrirlos directamente continué mi trazo –….–, pero me detuve al percatarme que afuera la lluvia caía cada vez más imponente, ya no quería irme, –Estábamos solos en aquel espacio entre la hoja de papel y mi pensamiento–, pedí otro café, pues sentía que aunque estemos lejos tu recuerdo me abrigaba y no quería irme, ya tenía la excusa perfecta para que seas la inspiración de un poema…. la lluvia, mi soledad, tu calor, la noche, las luces tenues de este bar, el destino y los quizás.

Una a una las palabras danzaban cuando relataba mi texto, –es un sentimiento complejo–, tal como dicen los poetas, “a diferencia de la ciencia nosotros podemos atribuirle cualquier significado a las letras”, –Espero algún día publicarlo–, –“Mis y tus recuerdos”–, –Vaya título–, pensaba en voz alta al distraerme con una carcajada al ver mi reflejo embobado en el cristal mezclado verde rojo azulado que delataba mi incapacidad por evitar sonreír, pues también había pensado en ese instante en el que debí apartar toda duda y repentinamente besarte –….–.

Recuerdo que después de una ducha fría, desperté tras dormir muy poco por la tormenta que ocurría en mi mente, baje arrastrando la maleta pues la despedida era temprano, y seguía evitando el deseo de prender un cigarrillo –No te gustaba–, me detuve y todo mi cuerpo se enfocó en ti, tan bella en el atrio de espera, –Lo de ayer, no fue una ilusión– no pude decir nada pero buscaste la oportunidad de encontrarme –Me despedí y me despediste–, –Me abrazaste y te abracé–, –Fue tan dulce y cruel la vida al demostrarme que aún puedo enamorarme–, y se acabó, nos vimos a través de la ventanilla del autobús deseando que tuviésemos más tiempo para compartir libros, música, fotografías, recuerdos, para conversar, para quizás….

Todo tiene su final al igual que la lluvia y mi café, afuera hay una ligera niebla plateada que inunda toda la ciudad y ya debo irme, hay que volver a la realidad, me pongo de pie contemplando tu nombre a través de los colores, falta una letra para darte vida –….–, no puedo evitar sonreír como si te tuviese aquí cerca pero sé que solo me queda bajar a pagar la cuenta, la señorita de caja está un poco despistada –Creo tener el don de contagiar mis sentimientos a la gente–, salgo a la calle e intento encender un cigarrillo y no puedo evitar mirarte –Se hubiese visto espectacular tu nombre con un fondo de luz de vela– pero lastimosamente nada es perfecto en la vida real, saco una fotografía e instintivamente guardo mí cigarro, miro a la luna y unas pocas estrellas en un espacio que aparece entre las nubes, solo deseo que también las estés mirando y deseando – Volver a encontrarnos –.


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