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Si miro a la masa, no actúo nunca. Si miro a la persona, sí.


Las respuestas a los taques en occidente han sido masivos e inmediatos: los dirigentes de los países mas poderosos condenaron los hechos ofreciendo sus condolencias, Twitter se llenó de hashtags como #PrayforParis #StayStrongParisy últimamente #PrayForOlando, Facebook permitió a sus usuarios superponer la bandera LGBT y francesa en su foto de perfil y creó un check de seguridad para que pudieran anunciar a sus seres queridos que se encontraban bien, los edificios mas emblemáticos del mundo se tiñeron, la prensa internacional se movilizó para cubrir la noticia, Anonymous declaró la guerra al Estado Islámico, los homenajes se sucedieron a lo largo y ancho del planeta…Y cundió el pánico

Al mismo tiempo, se escucharon —aunque en menor medida— otras voces críticas que, además de condenar estos sucesos, denunciaban el cinismo y la hipocresía de la cobertura que se da en el mundo según el lugar en donde se da la tragedia.

Así es. En comparación con los últimos acontecimientos en occidente, el reciente atentados en Bagdad no tiene ni una décima parte de la repercusión en las redes sociales y los medios de comunicación occidentales, que apenas se hacen eco de ellos. De ahí que los Iraquíes se pregunten dónde está su bandera, dónde está su check de seguridad para Facebook y dónde la solidaridad para con su pueblo.

Muchos expertos han analizado esta disparidad en la respuesta internacional. Y entre los posibles motivos, citan el racismo y el sesgo occidental.

Efectivamente, hay un sesgo. “La mayoría de las personas de Occidente no sabría situar Líbano en un mapa”, apunta la psicóloga de la Universidad de Stanford Emma Seppälä,

Pero, ¿de dónde viene este sesgo? ¿Por qué sentimos compasión por una crisis global y apenas nos importan otras? La psicología puede aportar algunas respuestas.

Como explica Seppälä, esta ” “brecha de empatía” ocurre porque es natural sentir más compasión por desastres que afectan a personas y lugares semejantes a nosotros o que nos resultan familiares, y por situaciones y víctimas de las que conocemos más detalles.

“Las investigaciones demuestran que empalizamos más con gente con la que nos sentimos más similares”, “Mucha gente ha estado en París y se puede imaginar perfectamente un viernes por la noche en una sala de conciertos escuchando a una banda americana. Nos podemos situar a nosotros mismos ahí. Hay muchos motivos por los que podemos sentir afinidad con París; nos resulta mucho más familiar que Bagdad en muchos sentidos”.

No sólo la cercanía geográfica juega un papel en la empatía; también tienen mucho que ver las influencias culturales y sociales que el país ha ejercido a lo largo de la historia y a través de los medios de comunicación.

Del mismo modo, el desconocimiento general sobre la cultura y la gente de occidente crea un tipo de distancia psicológica, que nos hace más difícil el compadecernos de las víctimas de su tragedia.

Podemos hacer algo por cambiarlo, empezando por la cobertura de los medios. Quizás si leyéramos más historias de interés humano sobre las personas que murieron en Irak y estuviéramos más familiarizados con películas y libros iraquíes, no existiría tanta división.

El psicólogo David Ropeik también cita la, “insensibilidad estadística” haciendo referencia a nuestra tendencia a preocuparnos más por los problemas de un individuo que por los problemas de muchas personas sin nombre. Hay estudios que revelan, por ejemplo, que la gente preferiría donar 11 dólares para salvar a un niño que 5 para salvar a ocho.

Hemos llegado a considerar los conflictos violentos en Oriente Medio como algo ordinario, por lo que estamos insensibilizados, esto también explica por qué la gente se puede preocupar tanto por la cantidad de muertos en los atentados de occidente y al mismo tiempo permanece relativamente desinteresada por la impresionante cifra de pérdidas humanas causadas por la crisis de refugiados sirios.

“Un número, por grande que sea, es abstracto, mientras que un ser humano es real, por lo que no tiene el mismo poder emocional y nunca podrá tenerlo” “Una muerte siempre nos afectará más que un millón. Esta ‘deficiencia fundamental en nuestra humanidad’ es una parte inevitable del animal humano”.

Si queremos ser más coherentes con nuestra respuesta ante el sufrimiento de la gente, lo primero que podemos hacer es ser más conscientes de nuestras propias conjeturas y reacciones ante los acontecimientos internacionales.

“Como seres humanos, sabemos que tendemos a deshumanizar o a acallar las cosas cuando nos vemos sobrepasados”, explica. “Podemos ser conscientes de esta tendencia y saber que es lo que los terroristas nos están haciendo. Han caído en esa trampa y podemos recordar lo importante que es para nosotros no hacerlo”.

Algo que también se puede hacer es recordar que las víctimas de cualquier ataque son individuos únicos, ya sean franceses, iraquíes, libaneses o de cualquier otro país. Como decía Teresa de Calcuta, “si miro a la masa, no actúo nunca. Si miro a la persona, sí”.


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